La historia de la Iglesia cristiana comienza con el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles a los 50 días que Jesús había resucitado. Este hecho es de suma importancia para todos nosotros pues con esto se da el inicio de la actividad de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende en forma de leguas de fuego e infunde sobre los Apóstoles sus siete dones, dándoles el valor necesario para anuncia la Palabra de Dios, para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14,15), para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.
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